Tengo la sensación de que se está perdiendo la bonita costumbre de contar cuentos "sin cuento" y sinceramente me parece una gran pérdida.
Mis hijos se iniciaron en esto de los cuentos sin utilizar un libro y curiosamente con un par de años de diferencia a ambos les cautivó Caperucita Roja, cuento que pedían (Carla lo sigue haciendo) a todo aquel que pasa por casa. Lo bonito de este cuento y esta manera de contarlo es las múltiples versiones que se van encontrando mis hijos por el camino dependiendo de quien sea el narrador de la historia, tenemos lobos que se comen a la abuelita pero no a Caperucita, lobos que se las comen a ambas, barrigas que se abren y se cosen, leñadores o cazadores rescatando a ambas... Y luego están las versiones que ellos mismos inventan aunando toda la información recibida.
Contar cuentos sin un soporte físico también nos ha permitido crear cuentos a nuestra medida, con aquello que nos interesa o preocupa en cada momento. Con esta opción nos hemos reído mucho juntos, aunque me he visto en algún que otro apuro cuando me pedían que contara otra vez el cuento inventado días antes...
Y ahora que ya nos sabemos Caperucita Roja de pe a pa, tengo que recomendaros una versión preciosa de este cuento clásico, es la ilustrada por Violeta Monreal
!Y esta es la visión de mi pequeño ilustrador¡


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